Embarcamos en el Thalamegos, la barcaza real: un fastuoso palacio flotante que dejó a César sin habla. Por mucho que quiso disimular, yo noté su cara de asombro… El lujo con que estaba construida la barcaza lo deslumbró: oro, piedras preciosas, maderas valiosas… En Egipto, los faraones hacíamos siempre todo a lo grande.
YO: Me gusta este fragmento porque César no quería demostrar que estaba asombrado, pero se le notaba; esto antes me pasaba porque me ponía celosa porque mis amigas han hecho cosas mejores que yo pero ya he superado eso!
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